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EL CLAVO by Pedro Antonio de Alarcón | Read Spanish Best Novels and Download PDF

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EL CLAVO by Pedro Antonio de Alarcón in Spanish
Novels

EL CLAVO - Novels

by Pedro Antonio de Alarcón in Spanish Love Stories

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(causa célebre) PRÓLOGO Felipe encendió un cigarro y habló de esta manera: fin del prólogo I El número 1. Lo que más ardientemente desea todo el que pone el pie en el estribo de una diligencia para ...Read Moreun largo viaje es que los compañeros de departamento que le toquen en suerte sean de amena conversaciónp. 10 y tengan sus mismos gustos, sus mismos vicios, pocas impertinencias, buena educación y una franqueza que no raye en familiaridad. Porque, como ya han dicho y demostrado Larra, Koch, Soulié y otros escritores de costumbres, es asunto muy serio esa improvisada

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EL CLAVO - Novels

EL CLAVO - 1
(causa célebre) PRÓLOGO Felipe encendió un cigarro y habló de esta manera: fin del prólogo I El número 1. Lo que más ardientemente desea todo el que pone el pie en el estribo de una diligencia para ...Read Moreun largo viaje es que los compañeros de departamento que le toquen en suerte sean de amena conversaciónp. 10 y tengan sus mismos gustos, sus mismos vicios, pocas impertinencias, buena educación y una franqueza que no raye en familiaridad. Porque, como ya han dicho y demostrado Larra, Koch, Soulié y otros escritores de costumbres, es asunto muy serio esa improvisada
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EL CLAVO - 2
II Escaramuzas. Luego que hube dado la mano a la desconocida, para ayudarla a subir, y que ella tomó asiento a mi lado, murmurando un Gracias... Buenas noches... que me llegó al corazón, ocurrióseme esta idea tristísima y desgarradora: ...Read Moreaquí a Málaga solo hay diez y ocho leguas! ¡Que no fuéramos a la península de Kamchatka! Entre tanto se cerró la portezuela y quedamos a oscuras. Esto significaba ¡no verla! Yo pedía relámpagos al cielo, como el Alfonso Munio de la señora Avellaneda cuando dice: ¡Horrible tempestad, mándame un rayo! p. 18Pero ¡oh dolor! la tormenta se retiraba ya
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EL CLAVO - 3
III Catástrofe. ¡Desventurado! No bien dije una palabra galante a la beldad, conocí que había puesto el dedo sobre una herida... p. 24En el momento perdí todo lo que había ganado en su opinión. Así me lo dijo una ...Read Moreindefinible que cortó la voz en mis labios. —Gracias, señor, gracias —me dijo luego al ver que cambiaba de conversación. —¿He enojado a usted, señora? —Sí; el amor me horroriza. ¡Qué triste es inspirar lo que no se siente! ¿Qué haría yo para no agradar a nadie? —¡Algo es menester que usted haga, si no se complace en el daño
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EL CLAVO - 4
IV Otro viaje. A las dos de la tarde del 1.º de noviembre de aquel mismo año, caminaba yo sobre un mal rocín de alquiler por el arrecife que conduce a ***, villa importante y cabeza de partido de ...Read Moreprovincia de Córdoba. Mi criado y el equipaje iban en otro rocín mucho peor. Dirigíame a *** con objeto de arrendar unas tierras y permanecerp. 29 tres o cuatro semanas en casa del Juez de primera instancia, íntimo amigo mío, a quien conocí en la Universidad de Granada cuando ambos estudiábamos Jurisprudencia y donde simpatizamos, contrajimos estrecha amistad y fuimos
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EL CLAVO - 5
V Memorias de un juez de primera instancia. I Hace dos años que, estando de promotor fiscal en ***, obtuve licencia para pasar un mes en Sevilla. En la fonda en que me hospedé vivía hacía algunas semanas cierta ...Read Morey hermosísima joven, que pasaba por viuda, cuya procedencia, así como el objeto que la retenía en Sevilla, eran un misterio para los demás huéspedes. Su soledad, su lujo, su falta de relaciones y el aire de tristeza que la envolvía daban pie a mil conjeturas; todo lo cual, unido a su incomparable belleza y a la inspiración y gusto
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EL CLAVO - 6
VI El cuerpo del delito. Pocos segundos después de terminar mi amigo Zarco la relación de sus amores, llegamos al cementerio. El cementerio de *** no es otra cosa que un campo yermo y solitario, sembrado de cruces de ...Read Morey rodeado por una tapia. Ni lápidas, ni sepulcros turban la monotonía de aquella mansión. Allí descansan en la fría tierra pobres y ricos, grandesp. 53 y plebeyos, nivelados por la muerte. Ilustración En estos pobres cementerios, que tanto abundan en España, y que son acaso los más poéticos y los más propios de sus moradores, sucede con frecuencia que,
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EL CLAVO - 7
VII Primeras diligencias. Mi amigo Zarco era un modelo de jueces. Recto, infatigable, aficionado, tanto como obligado, a la administración de justicia, vio en aquel asunto un campo vastísimo en que emplear toda su inteligencia, todo su celo, todo ...Read Morefanatismo (perdonad la palabra) por el cumplimiento de la ley. Inmediatamente hizo buscar a un escribano y dio principio al proceso. Después de extendido testimonio de aquel hallazgo, llamó al enterrador. El lúgubre personaje se presentó ante la ley, pálido y tembloroso. ¡A la verdad, entre aquellos dos hombres cualquiera escena tendríap. 59 que ser horrible! Recuerdo literalmente su diálogo:
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EL CLAVO - 8
VIII Declaraciones. Un vecino dijo: —Que D. Alfonso Gutiérrez del Romeral, joven y rico propietario de aquella población, residió algunos años en Madrid, de donde volvió en 1840, casado con una bellísima señora llamada doña Gabriela Zahara: Que el ...Read Morehabía ido algunas noches de tertulia a casa de los recién casados, y tuvo ocasión de observar la paz y ventura que reinaban en el matrimonio: Que cuatro meses antes de la muerte de D. Alfonso, había marchado su esposa a pasar una temporada en Madrid con su familia, según explicación del mismo marido: Que la joven regresó en los
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EL CLAVO - 9 and 10
IX El hombre propone. A pesar de las esperanzas de mi amigo Zarco, Gabriela Zahara no apareció. Exhortos, requisitorias, todo fue inútil. Pasaron tres meses. La causa se sentenció en rebeldía. Yo abandoné la villa de *** no sin ...Read Morea Zarco volver al año siguiente. X Un dúo en mi mayor. Aquel invierno lo pasé en Granada. Érase una noche en que había gran baile en casa de la riquísima señora de X... la cual había tenido la bondad de convidarme a la fiesta. p. 70A poco de llegar a aquella magnífica morada, donde estaban reunidas todas las
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EL CLAVO - 11 and 12
XI Fatalidad. Al día siguiente fui a visitar a mi nueva amiga a la Fonda de los Siete Suelos de la Alhambra. La encantadora Mercedes me trató como a un amigo íntimo, y me invitó a pasear con ella ...Read Moreaquel edén de la naturaleza y templo del arte, y acompañarla luego a comer. De muchas cosas hablamos durante las seis horas que estuvimos juntos; y como el tema a que siempre volvíamos era el de los desengaños amorosos, hube de contarle la historia de los amores de mi amigo Zarco. Ella la oyó muy atentamente, y, cuando terminé, se
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EL CLAVO - 13
XIII Dios dispone. Por aquí íbamos en nuestra conversación, cuando oímos fuertes aldabonazos en la puerta de la calle. Eran las dos de la madrugada. Joaquín y yo nos estremecimos sin saber por qué... Ilustración Abrieron, y a los ...Read Moresegundos entró en el despacho un hombre que apenas podía respirar, y que exclamaba entrecortadamente con indescriptible júbilo: —¡Albricias! ¡Albricias! Compañero, ¡hemos vencido! Era el promotor fiscal del Juzgado. —Explíquese usted, compañero... —dijo Zarco, alargándole una silla—. ¿Qué ocurre para que venga usted tan a deshora y tan contento? —¡Ocurre! ¡Apenas es importantep. 84 lo que ocurre! Ocurre que Gabriela
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EL CLAVO - 14
XIV El Tribunal. Allí aguardaba ya el sepulturero. La Sala de la Audiencia estaba profusamente iluminada. Sobre la mesa veíase una caja de madera pintada de negro, que contenía la calavera de D. Alfonso Gutiérrez del Romeral. p. 89El ...Read Moreocupó su sillón: el promotor se sentó a su derecha, y el comandante de la Guardia, por respetos superiores a las prácticas forenses, fue invitado a presenciar también la indagatoria, visto el interés que, como a todos, le inspiraba aquel ruidoso proceso. El escribano y yo nos sentamos juntos a la izquierda del juez, y el alcalde y los alguaciles
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EL CLAVO - 15
XV El juicio. El juez es una ley que habla, y la ley un juez mudo. La ley debe ser como la muerte, que no perdona a nadie. Montesquieu. Gabriela (llamémosla al fin por su verdadero nombre) estaba sumamente ...Read Morepero también muy tranquila. Aquella calma, ¿era señal de sup. 94 inocencia, o comprobaba la insensibilidad propia de los grandes criminales? ¿Confiaba la viuda de don Alfonso en la fuerza de su derecho, o en la debilidad de su juez? Pronto salí de dudas. La acusada no había mirado hasta entonces más que a Zarco, no sé si para infundirle
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EL CLAVO - 16 - LAST PART
XVI La sentencia. Excuso referir la formidable lucha que se entabló en el corazón de Zarco, y que duró hasta el día en que volvió a fallar la causa. No tendría palabras con que haceros comprender aquellos horribles combates... ...Read Morediré que el magistrado venció al hombre, y que Joaquín Zarco volvió a condenar a muerte a Gabriela Zahara. Al día siguiente fue remitido el proceso en consulta a la Audiencia de Sevilla, y al propio tiempo Zarco se despidió de mí, diciéndome estas palabras: «Aguárdame acá hasta que yo vuelva... Cuida de la infeliz, pero no la visites, pues
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Pedro Antonio de Alarcón

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